“¿Conoces la dieta GAPS?” Mi respuesta es clara, “No, no he escuchado nada sobre esa dieta”.
Por casualidades de la vida conocí a la doctora Natasha Campbell-McBride justo en un viaje de trabajo a Madrid.
Me informé todo lo que pude antes de la conferencia y aunque me hacía una idea, escuchar a la doctora Campbell-McBride fue muy diferente. El taller se celebró en el Impact Hub de Madrid, en la sede de la editorial Diente de León. La sala se fue llenando poco a poco, la gente estaba expectante, todos queríamos conocer más sobre la dieta GAPS.
La doctora se presentó, y empezó a compartir sus conocimientos de una forma sencilla y sincera, y añadiré que altruista, porque el precio del taller fue simbólico en relación a todo lo que nos esperaba. Nos explicó las fuentes de la dieta, su experiencia personal y como había llegado a investigar sobre la relación psico-intestinal, su experiencia personal con su hijo… No hay motivación mayor.
Después de la introducción, preguntó “¿Cuántos de ustedes conocen la dieta GAPS o han leído el libro?” De toda la sala, apenas seis personas levantaron la mano, pero su respuesta fue una declaración de intenciones, “pues empecemos que hay mucho que contar y poco tiempo”.
“Todas la enfermedades comienzan en el intestino” Hipócrates, 460-370 a. C.
“Yo no he inventado nada, sólo he investigado lo que ya se sabía hace mucho tiempo” dijo, tras recitar la máxima Hipócrates.
Empezó hablando sobre la flora intestinal, sus funciones e importancia y su relación directa con el cerebro. “Cuando a una persona le dan pastillas antidepresivas, se las toma y ¿dónde se absorben? Esto es una muestra evidente de la conexión que existe entre nuestro sistema digestivo y nuestro cerebro”
El sentido común que trasmitía fue cautivador. Nos habló del origen de la flora intestinal, y la importancia que tienen nuestros padres y abuelos, ya que la flora pasa de generación en generación. La doctora afirma que el desequilibrio en la flora intestinal está relacionado con el incremento de enfermedades, alergias, desórdenes alimenticios, problemas cerebrales y físicos tanto en niños y adultos. Y a esto hay que sumar el estrés, la mala calidad de los alimentos y la perdida del contacto con la naturaleza.
La doctora Campbell-McBride fue nombrando las diferentes manifestaciones de ese desorden psico-intestinal y, creo que no fui el único que pudo verse reflejado en lo que iba relatando, eso todavía aumentaba más mi atención y mis ganas de saber. Y continuó diciendo:“Para mejorar estos desordenes y enfermedades lo primero es cambiar la base de nuestra alimentación, pasar de una dieta con hábitos caóticos a una saludable. Este cambio que parece tan sencillo y evidente, no lo es, requiere mucha voluntad y perseverancia, en niños requiere una implicación por parte de toda la familia y en adultos mucha fuerza de voluntad. La dieta no es fácil y no todo el mundo es capaz de llevarla a cabo, pero si la haces los resultados llegan, en mayor o menor grado, porque depende de cada persona y de cada sistema digestivo.”
Así, fue repasando los alimentos a eliminar en los inicios de la dieta como los cereales, las legumbres, los alimentos procesados, y cuales incorporar como las carnes, las vísceras, el pescado, las verduras sin almidones y siempre usando nuestro sentido común. Hizo hincapié en los alimentos fermentados por sus beneficios para la flora intestinal, en los lácteos fermentados (yogur, kéfir, quesos), verduras fermentadas (chucrut), bebidas fermentadas (kombucha, kéfir de agua). También resaltó los beneficios de hacerse caldos caseros de carne o de pescado, evitando los caldos comerciales y las pastillas de caldo.
Al final, abrió turno de preguntas, todos teníamos casos que exponer y consultar, situaciones personales que la doctora Campbell-McBride, con su sonrisa, generosidad y cercanía, fue contestando hasta que nos cerraron el espacio.
Así pasaron cuatro horas largas, casi sin darme cuenta.
¡Gracias Natasha!
Fuiste como una madre que compartía con otras madres y padres tu experiencia personal para el beneficio de todos.